Discurso
pronunciado por el primer Rector Dr. Wilhelm Keiper en La fiesta
del primer decenio del Instituto, el 16 de Diciembre de 1914.
“El
Instituto Nacional del Profesorado Secundario, actualmente no es
lo que era hace diez años y menos lo que debía ser, según las
ideas del iniciador de su fundación, el doctor Juan Ramón
Fernández.
“Padecería sin embargo un gran error, quien juzgando a primera
vista el Instituto, creyera que su marcha ha sido un movimiento
desordenado, sin rumbo fijo y sin orientación clara.
“Puedo asegurar, y los que han observado de cerca esta marcha
bien lo saben, que jamás hemos perdido de vista el fin
prefijado, y que si fuerzas ajenas y superiores nos han impuesto
una aberración aparente, la brújula de nuestra nave ha seguido
marcando su polo y hemos realizado todos los esfuerzos posibles
para llegar a la anhelada meta.
“El
Instituto Nacional del Profesorado, desde el primer día de su
existencia, ha luchado tenazmente en pro de un ideal que por más
de cuatro decenios, desde la reorganización nacional durante la
presidencia del General Mitre, ha surgido como una necesidad de
la cultura general del país, como el anhelo de los más
sobresalientes intelectuales de la Nación, como preocupación
primordial de mucho de sus gobernantes y legisladores: la
formación de un profesorado secundario que se consagre a su alta
misión, como lo decía el Dr. González, ‘no a manera de simples empleos o ayuda de costas personales,
sino como un alto y noble ministerio social y patriótico, con
exclusión de otros oficios u ocupaciones que lo distraiga de la
tarea docente y educativa.’
“Es
cierto que este ideal tan sublime y elevado no ha podido
realizarse hasta el presente, pero cábele al Instituto el honor
– y esto puedo afirmarlo con justo orgullo y sin ninguna
jactancia, - el haber contribuido, en cuanto ha sido posible, a
propagar y preparar su realización. Ha sido el primer
establecimiento en que han recibido los aspirantes al
profesorado una preparación práctica para su futura tarea, tal
vez deficiente e incompleta en los primeros años; pero
perfeccionada y amplificada ulteriormente, siendo en la
actualidad todavía la única institución en que esta preparación
se correlaciona y reúne con la especialista y pedagógica de un
modo completamente armónico y unitario.
“Ha
fijado, el Instituto, a través de tantas vicisitudes y
dificultades, su carácter definitivo, como institución que se
consagra exclusivamente a un solo objetivo y que no abriga otras
aspiraciones y pretensiones, que las de cumplir con su destino,
en la forma más perfecta posible. Puedo aseverar, además, que
esta organización no ha sido el resultado de principios
abstractos y de especulaciones teóricas, y que no hemos querido
copiar sistemas exóticos o trasplantar al suelo argentino
instituciones no adaptables a este medio.
“El
Instituto ha sido considerado muchas veces y sin ninguna razón,
como una planta extraña que se había importado a este país y que
no había echado raíces en el nuevo ambiente. Por el contrario,
si bien es cierto que el germen de su organización, la semilla
de sus tendencias e ideas ha venido de afuera, la concepción de
la idea surgió de un cerebro argentino, puesto que fue el Dr.
Juan Ramón Fernández, que por el estudio intenso de la tradición
argentina, del estado de la Instrucción Pública de su tiempo y
de las posibilidades que se ofrecían a la solución de la
cuestión del profesorado, encontró la fórmula primera de esta
institución y, fue el Dr. Joaquín V. González, quien a base de
los mismos estudios procedió a su amplificación e
intensificación.
“Han colaborado a su ejecución, la experiencia y las ideas de
los profesores contratados: pero éstos jamás han podido olvidar
que un Instituto como el nuestro, debe desarrollarse desde
adentro, según la ley de los organismos, y que puede
prosperar únicamente cuando se adapta como las plantas, al suelo
y clima, es decir, al ambiente en que viven y crecen.
“El
germen exótico se ha trocado en un árbol argentino, que en su
estructura como en su crecimiento, ha desarrollado y demuestra
todas las características de una organización nacional.
“Se
llama Instituto Nacional, no sólo porque es la Nación la que lo
subvenciona y fomenta, sino, en un sentido mucho más esencial y
estricto: porque es una institución de carácter y fines
nacionales. Han pasado por sus aulas centenares de alumnos, y
aunque entre ellos ha habido verdaderas aves de paso, no han
faltado sin embargo, muchos otros que han considerado y
consideran el Instinto como su propio hogar científico, como la
casa a la cual deben su preparación y perfección de profesores.
“De
esta manera ha crecido el Instituto, orgánicamente, ha
participado de los beneficios del ambiente en que ha vivido, ha
tropezado con contratiempos, del mismo modo que los demás
establecimientos nacionales que han sido creados con fines
nuevos y que han luchado por ideas nuevas.
“Su
desarrollo ha sido un reflejo fiel del desarrollo del país, con
sus grandes saltos de progreso y con sus momentáneos
desfallecimientos.
“Ha
sucedido con él como sucede con el clima argentino, en el cual
no se verifican transiciones o gradaciones paulatinas, sino
cambios repentinos y bruscos. No han faltado los días de calor
sofocante, las épocas de sequía, como las de lluvias
torrenciales, y no han faltado tampoco impetuosos y violentos
pamperos que limpian la atmósfera y preparan los días de límpido
cielo y de esplendoroso sol: pero a pesar de todo esto, crece la
vegetación, aumenta la riqueza y progresan las ideas.
“El Instituto
del Profesorado, desconocido y menospreciado en sus primeros
años, después criticado y atacado, ha entrado actualmente en una
época en que es más conocido y apreciado en su justo valor, en
que es juzgado con mayor imparcialidad.
“Si en sus comienzos fue
considerado como un simple Colegio Nacional o un Seminario
Pedagógico y si se quiere hasta paradójico, dirigido por unos
cuantos ‘maestros normales’, todavía no falta quien en la
actualidad le atribuya la pretensión de significar una
duplicación de la Universidad, con fines completamente distintos
a su verdadero origen. Ni una ni otra cosa jamás ha sido ni ha
querido ser. Su única y noble aspiración es: suministrar a sus
alumnos una preparación completa, sólida, intensa y adecuada a
su futura profesión. Se conforma con ser un Instituto del
Profesorado Secundario, y nada más”.
KEIPER, W., El Instituto Nacional del Profesorado
Secundario en la primera década de su existencia.1905 a
1915. Establecimiento Gráfico de T. Palumbo,
Bs. As. , 1916, pp. 32 a 34.
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